Cada 7 de julio, desde 1963, se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo. Esta efeméride busca poner en valor el papel vital que juega un suelo sano en el bienestar del planeta y de las personas, y concienciar sobre la importancia de su conservación.
Esta fecha fue elegida en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, pionero en el campo de la conservación del suelo y que falleció ese mismo día de 1960. Bennett dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo influye directamente en la capacidad productiva de los mismos: “La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.
Existe una gran variedad de suelos, desde arenosos, arcillosos o de tierra negra, y en todos ellos viven especies de flora y fauna. Según el informe “La fábrica de vida: por qué es tan importante la biodiversidad del suelo”, de la Comisión Europea, una cuarta parte de todas las especies del planeta viven en el suelo. Un suelo sano cuenta con una gran diversidad de formas de vida, desde bacterias y hongos hasta pequeños insectos, lombrices y topos. En conjunto, esta biodiversidad aporta valiosos servicios a nuestra vida.